qué linda que es la vida en un hotel. vivir como lily van der woodsen.
meterme en la cama y que las sábanas estén apretadísimas. en casa nunca quedan así.
room service.
el concierge que te consigue lo que le pidas, el teléfono que le pidas, reserva donde le pidas, blah.
el exceso de toallas, me encanta cuando sobran, cuando hay alfombrita, cuando hay para el pelo, para la cara, para las manos.
y los tubos calientes que cuando hace frío y ponés el pijama un ratito antes de ponértelo es genial.
el frigobar, saco las cosas que hay y lo relleno con nuevas compradas afuera porque es muy caro!
y si dormiste siesta y salís, y vuelven las mucamas a hacer el cuarto a la tarde es doblemente genial. porque volvés y esperabas que la cama esté deshecha, y no!
pero lo mejor son las lapiceras del hotel, y los sets de baño que vienen pipí cucú.
no, mentira. lo mejor mejor son las batas.
no! las pantuflas.
definitivamente lo mejor mejor mejor mejor pero lo mejor, lo mejor lejos, son los 2 chocolatitos en la almohada.
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