no tengo claro si siento odio o amor por los caramelos superácidos.
por un lado los odio porque nunca sé qué color me va a tocar... y a veces me llevo una sorpresa si me clavo con el de limón, cuando quiero el de ananá o el de frutilla. pero por otro lado los amo, porque son como recibir un regalo sorpresa, nunca sé qué color me va a tocar...
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